Crónicas abanquinas 11: Viernes de laborares abanquino
Hoy día 19 de agosto de 2016, ya estamos cercanos a nuestro regreso a España. No obstante, los voluntarios de Abancay seguimos exprimiendo cada minuto y dando lo mejor de nosotros en este proyecto de educación.
Los viernes como otros días hay oración matutina a las 6:30 de la mañana. Luego tomamos algo de desayuno y nos disponemos a emprender otro fascinante día. En mi caso, doy clases en primaria. Bien sustituyendo a algún profesor, bien organizando algunos talleres o tareas de refuerzo, sobre todo en áreas de inglés, matemáticas o ciencias. Es un gran estímulo para mí, estudiante de magisterio, tomarme esta vivencia como unas útiles prácticas de cara a mi futura profesión, viéndome en la tesitura de dirigir una clase y conseguir con ellos unos objetivos.
Hoy día, he realizado unos talleres y actividades de razonamiento lógico-matemático para los alumnos de sexto de primaria, donde se pretendía trabajar con prolijidad el cálculo mental y la parte de ecuaciones de primer grado que están empezando a asimilar. Con este tipo de actividades, tratamos de mejorar las debilidades de los alumnos para que adquieran mayores destrezas a la hora de resolver los problemas matemáticos trabajados durante el año.
Seguidamente, he sustituido al profesor de inglés en las siguientes dos sesiones, donde he trabajado con alumnos de 3° y 4° unas fichas de refuerzo con vocabulario sobre la familia, los países, los días de la semana y las materias escolares.
Terminadas las clases, Pepe, Verónica y yo hemos aceptado muy gustosamente la invitación que nos hicieron las profesoras del CEBE11 para probar el último famoso plato abanquino que nos quedaba por catar, el Cuy. Nuestras miradas de aversión iniciales pronto cambiaron al ver que esa extraña cobaya peruana gozaba de un mejor sabor que el que habíamos imaginado en un principio. Así fue como disfrutamos de un buen almuerzo junto a la charla y las anécdotas de unas mujeres impresionantes y admirables como son las profesoras del centro especial de educación.
Ya entrada la tarde, disfrutamos de nuestro tiempo libre. Vi un poco la televisión, dimos una vuelta por Abancay, ayudé al hermano a preparar las actividades pastorales del fin de semana… Finalmente, compartimos el momento de la cena junto a los hermanos y nos fuimos pronto a la cama porque el sábado nos esperaba nuestro último gran reto abanquino, subir al Ampay.
Un Fin de semana abanquino con los voluntarios
Sábado 20 de agosto de 2016, los voluntarios nos hemos levantado a las 5 de la mañana para tomar el Ampay. Bueno, en realidad no todos ya que Pepe ayer sufrió un accidente en sus partes nobles cuando se encontraba trabajando en el CEBE11. Los demás hemos tomado un desayuno consistente y hemos preparado nuestras mochilas para la caminata.
Para dicha gesta, hemos pedido ayuda a unos alumnos de 5° de secundaria para que nos hicieran de guías y para compartir con ellos un momento especial. A las 6:30 hemos partido hacia el santuario de donde comenzaba nuestra marcha hacia las lagunas. Después de dos horas de dura caminata (aquello parecía el monte del Calvario) y de casi perder algún pulmón por el camino hemos llegado a la laguna más grande que se encontraba a unos 4000 metros de altitud.
Luego hemos dividido el grupo. Algunos nos animamos a ir a una cascada que estaba a otras casi 3 horas de camino y otros que optaron por volver y descansar. Los que nos animamos a ir a la cascada, por poco no lo contamos. Cerro arriba, cerro abajo. Rutas inexistentes en donde creábamos nuestros propios caminos. Jaurías de perros que nos seguían a todas partes. Totalmente perdidos. Eso sí, los paisajes eran espectaculares y la compañía inmejorable. Finalmente, amanecimos en un pueblo que estaba a 30 minutos en combi de Abancay. Llegamos agotados, aunque los supervivientes fuimos a tomar unos trozos de pizza para recuperar fuerzas. En la noche todos estábamos muertos, si bien algunos salimos a tomar unas chelitas y disfrutar de la noche abanquina.
El domingo nos levantamos a las 8 para ir a misa y animar el ambiente con los cantos y las guitarras. Acabada la misma, hemos tomado un aperitivo con las familias de 2° grado de secundaria y nos hemos retirado a la comunidad para preparar nuestros últimos días aquí. A la hora de comer, hemos ido con los hermanos cerca del mirador para compartir con ellos un suculento manjar de cuy y chicharrón.