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La EDUCACIÓN nuestra herramienta

Los llamados “Objetivos de Desarrollo del Milenio” (ODM) eran ocho compromisos de actuación cuyo propósito final consistía, fundamentalmente, en reducir la pobreza, el hambre y las enfermedades, mejorar el acceso global a la educación y a los servicios de salud, e incrementar las medidas de protección del medioambiente. Los ODM fueron establecidos el año 2000, con un plazo de ejecución de quince años.

En 2015, una vez vencido el plazo e impulsados por los resultados esperanzadores obtenidos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), junto con numerosas organizaciones y personas activamente implicadas en estas cuestiones, decidieron fijar una nueva agenda de actuación que, de alguna manera, continuase el trabajo emprendido con los ODM. Para ello, se adoptaron 17 “Objetivos de Desarrollo Sostenible” (ODS) -con varias metas más concretas en cada uno de ellos-, que deben alcanzarse para el año 2030.

El objetivo fundamental de los ODS es progresar en el desarrollo sostenible, con sus implicaciones sociales, económicas y medioambientales correspondientes. Esta Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se sustenta en cinco objetivos fundamentales:

  • En relación con las personas: acabar con la pobreza y el hambre.
  • En relación con el planeta: proteger al planeta de la degradación.
  • En relación con la prosperidad mundial: garantizar que todos los seres humanos puedan disfrutar vidas prósperas y gratificantes.
  • En relación con la paz en el mundo: fomentar sociedades pacíficas, justas e inclusivas.
  • En relación con las alianzas planetarias: movilizar los recursos que se necesitan para implementar esta Agenda mediante una revitalizada Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.

A este gran esfuerzo mundial por la sostenibilidad son convocadas todas las sociedades, sin excepción, independientemente de su nivel de ingresos y/o su nivel de desarrollo. Entre estos ODS hallamos algunos viejos conocidos de los tiempos de los ODM, como eliminar el hambre, promover una vida saludable y una educación de calidad para todas las personas, junto con otros más novedosos como combatir las desigualdades y los conflictos, o intervenir con responsabilidad en asuntos como la población, el medioambiente, el consumo, el empleo o la energía.

Como ya dejara establecido Nelson Mandela, pensamiento que se ha hecho viral en ambientes de promoción del desarrollo, “la educación es el arma más poderosa con que contamos para cambiar el mundo”; más en concreto, la educación es la mejor arma que tenemos para luchar contra la pobreza y sus devastadoras consecuencias. Por eso, a nadie le puede extrañar que, entre los ODS, haya uno que se ocupe de promocionarla en varias dimensiones que, tras ocuparnos de ellas durante largo tiempo, siguen sin dar resultados satisfactorios.

Nos referimos, en concreto, al ODS 4, que, textualmente, persigue “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos y todas”. Este ‘ODS 4 – Educación 2030’ —así viene denominado en numerosos documentos de la UNESCO, suponemos que debido a su contenido concreto— se despliega, además, en siete metas más precisas y tres medios de implementación más, que se han de conseguir casi todos en 2030, excepto uno de los medios, señalado para cumplirse en 2020.

Además de estas metas y medios ligados al ODS 4-Educación 2030, otras cinco metas, correspondientes a otros tantos ODS, diferentes del ODS 4-Educación 2030, plantean objetivos concretos en los que la educación tiene una importancia capital, como en su momento veremos. Prosiguiendo con el trabajo en relación con distintos ODS que iniciaron hace ya algún tiempo, nuestras entidades solidarias –Edificando-CN, Proclade, Proclade Yanapay, PROIDE, Proideba, PROYDE, Proyde-Proega, Sed, Solidarità Internazionale y Sopro– quieren dedicar la campaña 2020-2021 a reflexionar más en concreto sobre el ODS 4-Educación 2030.

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