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Crónicas abanquinas 9: Miércoles de Pepe

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¡Buenos días Abancay!
Son las 6:00 h. y como todos los días ya estamos en pie: ducha rápida y corriendo a la capilla para la oració´n. Veinte minutos de concentración y a desayunar, que aquí las mañanas son largas: leche evaporada Glori con Milo y un pan abanquinos con queso y jamón del que trajimos en la maleta.

Hoy me toca ir al CEBE 11, colegio de educación especial de la Salle en Abancay, así´ que me preparo la mochila y salgo hacia allí. Son apenas 10 minutos de paseo, pero hago una pequeña par4ada para comprarme una botella de agua y una bolsa de cancha todo para cuando Williams se ponga potroso. Al llegar saludo a las profesoras que están en la cocina acabando las tareas y tomando un cafecito, me invitan a sentarme con ellas. En este colegio todas, profesoras, cocinera, vigilante, son mujeres…creo que hoy seré el único hombre trabajando aquí.

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Tomamos café entre risas, me sorprende lo compenetradas que están y los coordinadas que tienen todas las rutinas: llega la primera acomodación ( el bus escolar aquí es una furgoneta de la Salle conducida también por una mujer), preparan los materiales para hoy y de paso me invitan a que mañana vaya con ellas y los chicos de excursión a volar cometas, aquí las cometas se vuelan en agosto.
También me entero que Hilda, la profesora del salón de 3 y 4 años al que yo suelo ir a trabajar está enferma así que hoy solo estaremos Vanesa, la auxiliar, y yo con la clase más numerosa. En esta clase tenemos chicos con diferentes diagnósticos: hay dos chicos con síndrome de Down, hay autistas y con parálisis cerebral, por lo tanto el trabajo se adapta de manera personal a cada uno de los alumnos.

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Poco a poco van llegando los chicos, hoy tendremos a seis de los ocho que están matriculados en nuestro salón: Willians, José, Maximiliano, Sebastian y Angelito, que hoy es su cumpleaños que vamos a celebrarlo por todo lo alto.

A primera hora, como todos los días, nos damos los buenos días y les enseñamos las fotos para ver qué alumnos han venido y de los que no. Una rutina que todos los días hacen para que se familiaricen con ellos mismo, sus compañeros y sepan sus nombres. Después nos ponemos a trabajar, en primer lugar en la alfombra trabajando los sentidos con los cojines sensoriales, después con el cubo para reconocer objetos y por último tocamos música con tambores y palos de agua. Después es hora de sentarse y trabajar uno por uno una fichita.

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Ya sin darnos casi cuenta, se nos ha hecho la hora de comer. Esta clase siempre sale a comer al patio, para que les de aire y para evitar que todo acabe sucio.
Les damos de comer y empezamos a preparar todo para el cumpleaños de Ángel.
Antes, me voy un momento a la clase de la profesora Patricia a felicitar a Sarita, otra alumna que es un terremoto y que también estaba celebrando su cumpleaños sin el salón.

Ya teníamos todo preparado y poco a poco fueron acudiendo, al son de la música, los cerca de 50 alumnos que tiene el CEBE.
La fiesta fue preciosa: payaso, comida y torta para rematar. Solo con ver la cara de Ángel y de sus compañeros se entiende que estos chicos, especiales, lo son en todos los sentidos; son puro amor y cariño y te lo demuestran a su manera: una sonrisa, una mueca, cuando te cogen la mano o te abrazan. Ellos no saben explicártelo con palabras, ellos son especiales, especiales de verdad.

No todos los días tengo la suerte de estar con estos chicos, normalmente voy dos días a la semana a este colegio y tres en primaria. En primaria ayudo a los profesores, doy algunas clases…pero lo que más me enorgullece es mi taller del Quijote, que surgió como demanda de algún actividad para la animación lectora de los chavales y también algo de cultura española. La verdad es que estoy orgulloso del resultado y de lo bien que me lo pasé haciéndolo y viendo como los chicos disfrutaban de mis clases. Ha sido toda una experiencia.

Una vez acabado el cumpleaños rápido, preparamos a los chicos que se van en la acomodación y esperamos a los padres de los niños que vienen a buscarlos. Ya se me resiente la espalda de tanto coger a los niños, solo dos de mi clase saben andar y te pasas el día cogiendolos.

Salgo corriendo del CEBE y voy a casa de los hermanos, donde vivimos, que hoy Pablo está haciendo paella para todos. Estoy un rato con él ayudándolo, aunque ya veo que tiene todo bajo control. Como y cada bocado me recuerda a Valencia, me entristece pensar que apenas nos queda una semana en Perú, a la vez echas de menos cosas de casa.

Aprovechó un poquito después de comer para descansar ya que a las 16:00 todos los días tenido mi taller de comunicación, un reforzamiento, para aquellos alumnos de primero y segundo de primaria con más dificultades. Son clases muy divertidas de, también muy diversas donde jugamos y practicamos tanto la caligrafía como la comprensión lectora, fichas, crucigramas, sopas de letras y …¡Hasta tenemos momentos para practicar al un pocos de Hara!
La verdad es hay días que estás cansado pero la verdad es que te reconforta cuando te lo9 agradecen. Otra cosa no, pero en Perú la educación y agradecimiento al profesor es exquisita y hace que te sientas valorado y querido.
Otra de las cosas que he aprendido a valorar aquí es a los profesores de PT que llamamos en España, a la diversidad. Aquí me he tenido que enfrentar a muchos de esos casos y realmente cada niños con esas dificultades es completamente diferente y la cantidad de estrategias y recursos que tienes que tener son infinitos.

Al acabar las clases vuelvo a casa, al sofá a charlar un rato y ver la televisión con los demás voluntarios. Por las tardes solemos ir a pasear pero hoy no tenemos tiempo, nos arreglamos y nos vamos a cenar a un restaurante. Aún no es el último día pero el Hno. Danilo, director general, se marcha de viaje el jueves entonces tiene,os que aprovecharse tan última noche todos juntos. Risas, anécdotas y chascarrillos nos hacen que se nos pase volando la cena y casi a medianoche por fin estoy en la cama. Mañana será otro día en Abancay.

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